El 15 de septiembre de 1988 quedará marcado en la historia de Monterrey, Nuevo León, como el día en que el Huracán Gilberto azotó la región, dejando a su paso una estela de destrucción y desolación. En medio de la adversidad, emergió un héroe: Rogelio Ayala Contel, cuyo coraje y dedicación se convirtieron en un faro de esperanza para su comunidad.
El Huracán Gilberto fue una de las tormentas más devastadoras en la historia de México. Vientos furiosos y lluvias torrenciales azotaron Monterrey, provocando inundaciones y dejando a miles de personas en una situación de emergencia.
En medio de la devastación, Rogelio Ayala Contel se destacó como un líder nato. Sin titubear, se lanzó a las calles inundadas, brindando apoyo a quienes se encontraban atrapados en sus hogares o en situación de peligro.
Rogelio no solo se preocupó por su propia seguridad, sino que se convirtió en un faro de solidaridad para su comunidad. Organizó equipos de rescate improvisados, proporcionando refugio y alimentos a aquellos que más lo necesitaban.
La valentía y la determinación de Rogelio Ayala Contel dejaron una marca indeleble en la historia de Monterrey. Su legado es un recordatorio de la importancia de estar preparados para enfrentar situaciones de emergencia y de la fuerza transformadora de la solidaridad comunitaria.
La historia de Rogelio Ayala Contel durante el Huracán Gilberto es un testimonio de la resiliencia humana y el poder de la solidaridad comunitaria. Su legado nos recuerda que, juntos, podemos enfrentar cualquier desafío y superar incluso las situaciones más adversas. Está en nuestras manos tomar medidas para prepararnos y ayudar a más personas a estar listas para lo inesperado.